jueves, 2 de octubre de 2014

TRÍO



La cena está lista, la mesa está servida correctamente. Necesito un baño relajante para lo que me espera. Es mi cumpleaños.

-Llamó mi mamá. Llega en una hora. ¿Tienes todo listo?-leo el mensaje en mi celular. Es Pablo.
-Sí. ¿A qué hora llegas tú?-pregunto.
-Junto con mi mamá. Nos vemos.

Gladys me asfixia. Pablo es incapaz de contradecirla. Esto no lo vi venir cuando éramos novios. Ella siempre sonriente y respetuosa. Después de casarnos se mudó cerca y ahora pasa la mayor parte del tiempo con nosotros.

-Buenas noches Gladys –saludo.
-Hola Belén. Feliz cumpleaños. ¿Este año me darás nietos o seguimos esperando? Ten cuidado porque corres el riesgo de que salga Down y ahí sí te las arreglas sola hijita, porque no estamos para  excentricidades, me entiendes ¿no?
-Adelante Gladys. Ten cuidado que el piso está encerado.

Pablo llega y saluda a su mamá. Sentados en el sofá, conversan entre ellos. Se tratan con cariñoMe recuerda cuando éramos novios. Pablo era tierno y le gustaba pasar tiempo conmigo. Conversábamos mucho.  Hicimos planes para casarnos, estudiar en el extranjero, trabajar, poner un negocio y vivir de nuestras rentas.

-Por favor, Gladys, pasa a la mesa.

Nos sentamos. Gladys se sirve un poco de arroz, una presa de pollo a la mostaza y  ensalada.  Mastica suavemente.  El silencio me quita el apetito. En dos semanas es nuestro aniversario y no pienso pasarlo en trío como hoy.

-Pablo ¿te dijeron el precio de los pasajes?
-Sí.  Están baratos. ¿Quieres ir de todas maneras? – y mueve la cabeza apuntando a su mamá.
-¿A dónde es que iríamos?- pregunta Gladys sin levantar los ojos de su plato, mientras prepara su siguiente bocado.
-A las playas del sur mamá. El clima está bueno por allá.-contesta Pablo suavemente.
Respiro profundo y con voz temblorosa digo:
-Gladys, por más que disfrutemos tu compañía, esta vez quisiéramos estar solos. ¿Sabes a que me refiero, no?
Pablo agranda sus ojos y veo que está conteniendo la respiración. Gladys se ha quedado quieta al igual que su cuchillo y tenedor. Levanta la mirada hacia mí y dice:
- ¿Ya les dije que el doctor no piensa que la siguiente quimioterapia me ayude mucho, verdad¿Estás seguro que quieres  estar lejos de mí? ¿Si algo pasara y llegaras tarde para despedirte?- Le dice a Pablo clavándole los ojos.

Lentamente gira hacia mí.
-¡Eso, mi querida Belén, te costaría el matrimonio!
-¿Más de lo que ya me cuesta? – mi voz suena débil.¡No creo! ¿Pablo?- espero que Pablo intervenga.
-Mamá, cada vez te veo mejor.  Tienes buen apetito y te movilizas sin problema por la ciudad. Una semana por tu cuenta te haría bien.- dice torpemente con la mirada en su plato.

Gladys hace una pausa. Me examina. No puede ser bueno lo que viene.

-Belén, eres una miserable. Separar a un hijo de su madre enferma no tiene perdón de Dios.  Yo preparé a este muchacho para que sea tu marido para siempre. Pagué sus estudios para que pueda ser un buen proveedor para ti. Y eso me privó de muchas comodidades. Espero tu agradecimiento mientras estoy viva, ¿me dejo entender? ¡Caray! Ya hemos hablado de esto tantas veces.

Me encuentro en el asiento trasero del bus. Pablo y su madre están adelante conversando mientras miran el paisaje por la ventana. Gladys se ha puesto la pañoleta en la cabeza, debajo del sombrero, para recordarnos que está enferma y que somos tres hasta que su muerte nos separe.