La cena está lista, la mesa está servida correctamente. Necesito un baño relajante para lo que me espera. Es mi cumpleaños.
-Llamó mi mamá. Llega en una hora. ¿Tienes todo listo?-leo el mensaje en mi celular. Es Pablo.
-Sí. ¿A qué hora llegas tú?-pregunto.
-Junto con mi mamá. Nos vemos.
Gladys me asfixia. Pablo es incapaz de contradecirla. Esto no lo vi venir cuando éramos novios. Ella siempre sonriente y respetuosa. Después de casarnos se mudó cerca y ahora pasa la mayor parte del tiempo con nosotros.
-Buenas noches Gladys –saludo.
-Hola Belén. Feliz cumpleaños. ¿Este año me darás nietos o seguimos esperando? Ten cuidado porque corres el riesgo de que salga Down y ahí sí te las arreglas sola hijita, porque no estamos para excentricidades, me entiendes ¿no?
-Adelante Gladys. Ten cuidado que el piso está encerado.
Pablo llega y saluda a su mamá. Sentados en el sofá, conversan entre ellos. Se tratan con cariño. Me recuerda cuando éramos novios. Pablo era tierno y le gustaba pasar tiempo conmigo. Conversábamos mucho. Hicimos planes para casarnos, estudiar en el extranjero, trabajar, poner un negocio y vivir de nuestras rentas.
-Por favor, Gladys, pasa a la mesa.
Nos sentamos. Gladys se sirve un poco de arroz, una presa de pollo a la mostaza y ensalada. Mastica suavemente. El silencio me quita el apetito. En dos semanas es nuestro aniversario y no pienso pasarlo en trío como hoy.
-Pablo ¿te dijeron el precio de los pasajes?
-Sí. Están baratos. ¿Quieres ir de todas maneras? – y mueve la cabeza apuntando a su mamá.
-¿A dónde es que iríamos?- pregunta Gladys sin levantar los ojos de su plato, mientras prepara su siguiente bocado.
-A las playas del sur mamá. El clima está bueno por allá.-contesta Pablo suavemente.
Respiro profundo y con voz temblorosa digo:
-Gladys, por más que disfrutemos tu compañía, esta vez quisiéramos estar solos. ¿Sabes a que me refiero, no?
Pablo agranda sus ojos y veo que está conteniendo la respiración. Gladys se ha quedado quieta al igual que su cuchillo y tenedor. Levanta la mirada hacia mí y dice:
- ¿Ya les dije que el doctor no piensa que la siguiente quimioterapia me ayude mucho, verdad? ¿Estás seguro que quieres estar lejos de mí? ¿Si algo pasara y llegaras tarde para despedirte?- Le dice a Pablo clavándole los ojos.
Lentamente gira hacia mí.
-¡Eso, mi querida Belén, te costaría el matrimonio!
-¿Más de lo que ya me cuesta? – mi voz suena débil.¡No creo! ¿Pablo?- espero que Pablo intervenga.
-Mamá, cada vez te veo mejor. Tienes buen apetito y te movilizas sin problema por la ciudad. Una semana por tu cuenta te haría bien.- dice torpemente con la mirada en su plato.
Gladys hace una pausa. Me examina. No puede ser bueno lo que viene.
-Belén, eres una miserable. Separar a un hijo de su madre enferma no tiene perdón de Dios. Yo preparé a este muchacho para que sea tu marido para siempre. Pagué sus estudios para que pueda ser un buen proveedor para ti. Y eso me privó de muchas comodidades. Espero tu agradecimiento mientras estoy viva, ¿me dejo entender? ¡Caray! Ya hemos hablado de esto tantas veces.
Que horrible!!! Amo a mi suegrita, es la mejor del mundo, justamente por no meterse y a la vez por estar siempre q necesitamos un consejo, ella sabe q su hijo ya no es SU HIJO, y por mas enferma q esté, somos nosotros los que deseamos estar con ella por amor y agradecimiento que por obligación. Que esta historia ayude a reflexionar a los tríos q pasan esto.
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