domingo, 24 de octubre de 2010

Mendigo obsesionado

5:30 a.m. Suena el despertador bajándola desde el quinto sueño. Con los ojos lagrimosos y los párpados cerrados que se rehusan a abrirse, se levanta, tantea por ahí, un pantalón de buzo, su polo manga larga, la casaca gigante, da diez pasos, y encuentra las llaves y las guarda  en el bolsillo, y todavía con el cuerpito caliente, y regresando de soñar, sale a correr al parque.
6:15 a.m. Regresa despierta como si hubiera tomado siete tazas de café cargado.  Compró el pan, así que calientito lo deja sobre la mesa. Se baña, se cambia, se peina, se maquilla, ordena su cuarto, prepara su mochila con las separatas y el trabajo para entregar en sus clases de la noche, y susurrando "Chaú mamá", sale a enfrentar otro día más.
7:15 a.m. Piensa lúcidamente en el micro, el por qué de tanto sacrificio. "Alguien tiene que sacar adelante la casa, alguien tiene que ayudar a mi mamá, alguien tiene...", y como siempre, llega a la conclusión de que ni los manganzones de sus hermanos, ni su papá porque no saben de él hace miles de años, nadie, nadie, la va ayudar..."caballera no más".
7:55 a.m. Se baja del micro, toma aire antes de entrar, y ...¡a trabajar! De buen humor, eficientemente, 100% concentrada, sin chismear, sin traer problemas, tratando de ser la mejor...
2:47 p.m. Desde la oficina de su jefa, identifica una silueta..."¿a este dónde lo he visto?". Era un flaco alto, despeinadamente peinado, que la observaba seriamente, atravesando los vidrios polarizados de la oficina. Tenía puesto un jean aguja, que parecía reconocer..."¡ah!, es el llorón del otro día".
4:23 p.m. Pasa apurada llevando un recibo, y ve que él la ve. "¿Qué le pasa a este?¿Qué micro espera que sigue paradote ahí?". Sacude sus pensamientos y sigue con su trabajo.
6:38 p.m. Se prepara para salir y volar a su instituto. Mientras limpia su escritorio, entre las sombras de la tarde, lo ve otra vez. "...creo que está catatónico. Ni se ha movido... Este está loco. ¿No tiene nada que hacer?¿Será gay?¿De verdad querrá ser modisto?...¡uy, se hace tarde!".
6:45 p.m. Se despide rapidito, y camina a paso acelerado con sus taquitos, tac, tac, tac, "tengo que llegar, tengo que llegar...". En medio de sus tac, tac, tac, escucha el rechinar del caucho de unas zapatillas más cerca de ella. No le presta atención y sigue avanzando hasta que oye una voz enérgica, que sin tiempo  le dice : "¿Patricia?".
Y desde aquí es inútil registrar el tiempo, porque Mendigo entró a escena.
- ¡AAAAHHHH! ¡Me asustas! ¿Qué...quién...qué tienes idiota?
- Quería conversar contigo - le dice con una terrible voz de baboso.
- ¿Tú eras el que estaba parado afuera, no? - le dice tratando de seguir caminando, pero cuando te topas con Mendigo, cualquier intento es inútil. Se le ponía al frente, se paraba como quien tiene toda la vida para hablar de lo que sea.

- Mira, quería agradecerte porque el otro día me ayudaste mucho. Creo que eres la única que me ha extendido una mano...amigas como tú no se encuentran así no más. Todas las flacas, solo quieren agarrar conmigo por lo de la banda, porque les gusta mi música y ninguna me quiere escuch...
- Muévete atorrante - logró safarze y siguió avanzando, y como si se elevara en el aire de un brinco subió a un micro.
Mendigo se quedó con los ojos abiertos, con sus palabras embrujadas listas para salir de su boca y ella, se fue, así no más...ahora la amaba más que a nada en la vida.
Y desde ese momento se fue a echar raíces, todos los días sin faltar uno sólo, de lunes a sábado, desde las 2 p.m. hasta que ella saliera, durante un mes.
La observaba trabajar, la miraba cuando recibía órdenes de su jefa, le encantaba cuando atendía a la gente. Todo lo observaba desde la esquina, suspirando asmáticamente...y cada vez la amaba más.
"No me frieeeeeeeeegues", "¡Lárgate!", "¡Voy a llamar a ese policía!", "¡Vete pues!", "Toma, toma un sol pero esfúmate", "¡Te odio idiota!", y muchas otras cosas más le decía porque le interrumpía el paso, pero Mendigo se volvía más loco por ella con cada rechazo...
- ¡Esta bien. ¿Qué quieres?! - le dijo apretando los dientes de la impotencia y una vez más Mendigo había ganado, y Patricia Malicia, le había abierto esa fatal oportunidad...no debiste ceder Patricia, no debiste ceder.

clb

viernes, 22 de octubre de 2010

Piel de verano

Lo menos inteligente que hizo fue no ponerse bloqueador. Se había calcinado en su pequeño bikini, girando cada diez minutos con el aderezo de aceite de bebé, coca-cola y agua de mar todo el fin de semana. Ya en casa, respirar la dañaba, porque se estiraba desde adentro. La consigna de los próximos tres días era evitar los roces, las sonrisas y hasta parpadear. Estaba decidido, iba a dormir sentada sobre el triángulo blanco que le dejo el bikini entre las nalgas. Con las horas la fiebre apareció, anunciando que inmensas ampollas le saldrían en toda la piel. Nunca la cama, con sus suaves sábanas de algodón, le había causado tanto terror. El tomar agua era tormentoso, porque su boca se volvió memba, mortificando el ingerir lo que fuera. El mayor dolor lo llevaba dentro porque su look de verano sería su piel descascarándose a pellejazos. Bronceado fallido, una joven frustrada, un verano con la piel pigmentada, pero nunca más, sin bloqueador, nunca más.

clb

Furia sobria

¡Oh my God! ¡Súbele el volumeeen! – gritaron las tías cuando el metálico punteo empezó a sonar en el carro. – ¡Tranquilas! – dijo asustado el taxista. Las femeninas voces se alzaban sin respetar la melodía de la enérgica estrofa de la canción, que fuese el lema de su juventud. No podían esperar más, cada acorde era el pretexto para un giro, jalarse el pelo, arañarse el pecho. Se acercaba el coro. Tomaron aire, contaron fuera de tiempo los compases, y cada una con toda su fuerza, según su propio registro bocal, y cuando la emoción las empujó, ¡estallaron!, revueltas pero no juntas, en la gloria del desafinado estribillo, embriagándose de libertad. Y eso que estaban completamente sobrias, pero hasta los huesos intoxicadas con la canción, y recién la noche iba a comenzar. 

clb

Nuevo hogar

La nostalgia estaba volviendo loco a Diego. El insípido pollo solo le recordaba que tonto había sido al irse de casa. La sopa sintéticamente tibia no se comparaba con el caldito caliente de amor que muy tarde en la noche hacía que se apresure en medio de la garúa para llegar a su hogar.  El café aguado no lo transportaba a ningún lugar, como solía ser, cuando recién pasadito, a media tarde,  ella se lo entregaba, completando su hombría con algún postre entre dulce y ácido, exacto para disfrutar de a dos. Su orgullo lo convence entre bocanadas secas y desabridas, que no fue un error salir de casa. Este ahora es su hogar, un pollo insípido, un café aguado, una mujer que apenas conoce, con un bebé suyo por llegar.

clb

Triste paseo

-    Esa medicina barata me ha amargado la lengua – le dijo Don Carlos a su esposa, que no contestó para no volver a aspirar el nauseabundo olor a creso del hospital. La seño Dorita giró la cabeza mientras veía las sábanas blanco percudido sobre los contaminados colchones de las habitaciones, que le recordaron que ese ir y venir a las consultas era solo un paseo absurdo, para ella, su esposo y el cáncer terminal. Las rotas ventanas helaban sus ancianas manos. – Come un poco – le dijo mientras sacaba con mucha dificultad un pan con jamonada de su carterita. Mientras don Carlos masticaba, el silencio del corredor parecía sepultarlo en vida. Por eso la Seño Dorita odia el hospital. Pero aunque su pobreza le insiste que no debe gastar ni en el pasaje para ir allá, ella se convence, que el ir vez tras vez les regala algo valioso que la muerte no les puede quitar, la dignidad de intentar.

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Day off

Este era el lugar con el que su mente la medicaba de alivio mientras amamantaba a su cuarto hijo. El suave eucalipto la cautivó ni bien abrió la puerta. El vapor la recostó sobre la mayólica caliente. El minutero del reloj se despidió alejándose poco a poco de sus responsables oídos, mientras una suave canción masajeó acertadamente cada llanto de bebé contracturado en su memoria. Todo era como lo había soñado… hasta que una devastadora sed le recordó que se olvidó comprar los pañales, hacer la limonada, y cayó en un profundo espantó al no recordar si había desenchufado la plancha… pero su nariz embriagada con el seductor aroma del eucalipto, le purificó los pulmones y le contaminó la mente, decidiendo quedarse a como dé lugar. “Más tarde me enteraré”. Se desplomó en el olvido brindando con su sudor, y su boca sedienta, le confirmó que todo su ser estaba de acuerdo con ella, “un poquito de egoísmo por hoy, y nada de mamá.”

clb

domingo, 10 de octubre de 2010

Mendigo Castigo y el atalaya

Din...don...din...don. La mamá había salido, así que Mendigo tuvo que abrir la puerta.
- Disculpe la molestia. Solo tomaré un minuto de su tiempo para hacerle una pregunta. ¿Sabía usted que ya estamos viviendo las señales del fin del mundo?.El calentamiento global no es más que la confirmación de las profecías de la Biblia. ¿Sabe usted a dónde irá si es que tuviera que morir hoy?
- Yo no pienso en eso. Gracias tía. - dijo mientras cerraba la puerta. Pero la mujer, entrenada para toda especie de rechazos, detuvo la puerta con su pierna.
-¿Quisieras ir al cielo o al infierno?
- No quiero.
- ¿Estás seguro de que vas a ir al cielo?
- ¡¡¡¡¿TÚ ESTAS SEGURA DE QUE YO VOY A IR AL CIELO SI TE HAGO CASO?!!!! A ver, prove it!
La hermanita se quedo mirándolo: "¡¡¡HEREJE!!!".
La hermanita llegó en buen momento, porque Mendigo estaba desesperado. Tenía tres días yendo a donde Patricia, sin tener resultados. La vida se le había ido por un tubo. Ni durmiendo, ni comiendo, ni ensayando se la podía sacar de la cabeza.
Patricia se había vuelto famosa entre los que rodeaban a Mendigo. Les hablaba de ella todo el día, hasta que los aburría, pero con sus ajustes  de artimañas verbales y engatuzadoras, volvía a captar su atención, para seguir hablando de ella por horas.
Pero necesitaba una solución.
A la hermanita se le arrugó la salvación despues de que le gritara a Mendigo por ser hereje. Así que tomó aire, y fue por el segundo paso en caso de una fuerte negativa...
- ¿Sabías que Dios puede ayudarte a solucionar tus problemas?
 "¡ D I O S !" - eso era algo en lo que Mendigo no había pensado, y obviamente, culpó al metal, como es su costumbre, que alguien o algo pague el pato por las cosas que no le salen bien, que no se le ocurrieron, o que no sabe.
Cayó de rodillas, con las manos levantadas, haciendo el símbolo de los metaleros con los dedos, y gritó "¡Dios,  ayúdameeeeeeeeee!". Gritó con voz gutural, valga decir, porque el no iba a desperdiciar semejante oportunidad de dramatizar.
La hermanita tenía los ojos secos porque no parpadeaba, no podía creer que hubiera ganado tan rápido a un alma más y de una manera tan evidente.
Como Mendigo estaba desesperado, y Dios lo iba a ayudar, desde ese día quedó en ir todas las mañanas a tocar puertas para "evangelizar", y al mediodía a recibir sus clases del Nuevo Camino. Le pidieron vestirse de terno.
Tengo registrados varios de los encuentros con la gente a la que evangelizó. Muchos de ellos si estaban confundidos, gracias a Mendigo, aseguraron su lugar en el infierno, porque las conversaciones pasaban de religiosas a rockeras, o telenoveleras, o hasta salía con dinero "donado", que era un término que le empezó a gustar.
Como Mendigo es único, aunque como el hay millones, no les voy a privar de al menos compartir con ustedes dos de sus encuentros evangelizadores más significativos...

clb

lunes, 4 de octubre de 2010

Mendigo vulnerable

"...y sueña con escenarios, mientras le cambia la voz, del rojo al verde no hay mucho tiempo para jugar. Un día Luis despertó con una preocupación, y al mirarse al espejo no es el mismo ya no, el tiempo pasa volando, también para el pobre Luis, que aún no pierde las ganas de podernos cantar, uoh uoh uoh uoh Luuuuuuis, su nombre artístico es..." Si hay algo que es total Kryptonita para Mendigo es esta canción. El solo escucharla lo deja quince días mirando al techo, depre, depre, sin comer, sin hablar...
Hace ya unos  años, Mendigo decidió esconder su DNI, y estacionarse en los 24, y fue exactamente después de que por primera vez escuchara la voz de Franco de Vita en la radio, cantando la vida fracasada de uno que quiso ser músico.
Esta vez, no pudo escapar. Estaba en la combi, sentado al último, que es su trono de inspiración, de donde según él, salen los mejores arreglos, y en eso empieza la tonadita, y Franco de Vita. "¿Dónde está mi cama?", dijo como quien busca droga desesperadamente. Comenzó a tomar aire muy  profundamente porque se ahogaba, y el sentido común, totalmente vetado por Mendigo, le trajo un pensamiento que pertenece a la categoría mental Prohibido el Paso,  cuidado con los perros, WARNING (con todo y la calaverita): "¿Por qué mejor no estudias algo?". Estaba pasando por todos los institutos de la Av. Arequipa, y como se estaba ahogando en la ansiedad, "¡BAJO, BAJO, BAJO!". Y de un salto estaba frente a Selene.  Y se metió a preguntar.
- Cosmiatria, corte y confección, diseño de modas...
- ¿Y cuánto cuesta?
- ¿Es para usted?
- Yo soy músico o intento serlo y no he querido estudiar. Ya estoy viejo y no he podido grabar ni una sola canción. Mi ma´dice que canto horrible, y mi banda está más vieja que yo. Necesito algo que me saque del hueco en el que estoy. Ya no creo que consiga trabajo. Mi papá es un tránsfuga de la familia, me dejó chiquito con mi mamá, y solo el rock ha estado conmigo, pero no es fácil. Soñar y soñar me tiene cansado. No hago nada todo el día, me duele vivir así, no quiero morir sin haber llenado estadios, ganado grammys, haber sido famoso, y amado por la gente, que grita mi  nombre: ¡M E N D I G O!. Lo peor de todo es que le soy infiel al Rock porque me gusta "La hora del lonchecito", por mi vieja pues...buaaaaaahh! Y rompió en llanto.
La recepcionista le alcanzó un vasito con agua, y se compadeció de él.
- Yo sé que es duro, pero que bueno que te hayas dado cuenta. Todavía estás a tiempo, ¿pero estás seguro que quieres estudiar esto?
Mendigo lloró un ratito más...
- Yo no estudio porque el Rock es mi vida - había pasado el efecto de la canción - ¿qué te dije, ah?
- Mmm...depende, ¿qué te da miedo haberme dicho?
- Nada. Tranqui no más. Me voy a mi ensayo. Sorry por lo que sea que haya hecho. Pero si dije algo que ponga en riesgo a mí o mi banda, tú pagas.
- BUUU, ¡qué miedo!
- ¿Cómo te llamas flaca?
-  No le voy a dar mi nombre a un loco llorón. ¿Músico? Yo conozco músicos más arreglados que tú, y que hacen  algo por la vida.
- Mira, no te conviene ser mi enemiga...yo de estas cosas no me olvido. Cuando sea famoso, todos lo que son como tú van a ser mencionados en mi biografía, y el mundo sabrá que por ratas como ustedes, mi talento fue detenido...
- Para que escribas bien mi nombre en tu libro: Patricia Malicia.

Y Mendigo se enamoró.

Clb

Mendigo Castigo de compras en Gamarra

- ¡Todas tu medias están con hueco! - dijo la mamá mientras ponía la ropa sucia en la lavadora. - ¡Córtate las uñas, mugroso!
- Má, mis underwear también tienen hueco. Cómprame pe´...
- ¿Andaguá? Eso no te lo he visto, y mira que te he bañado. ¿Qué es? ¿Un hongo?
- Má, ¿me vas a comprar o no?
Con 100 soles se fue Mendigo a Gamarra a comprar una docena de calzoncillos, una docena de medias blancas, una docena de medias negras y tres bibidis. No llevaba la lista que su mamá le dio, porque la botó en el piso con el boleto del micro, así que eso fue suficiente para que ni bien pise las primeras cuadras de Gamarra, se le olvide completamente de para qué fue.
Y llegó a donde el Rocko, un tío que te vende solo polos negros, con las portadas del disco de Metal que tú quieras. Y ni bien vió de lejos a Mendigo, pensó "Aquí vamos, otra vez. Diosito, ayúdame".
- Oe Rocko, ¿ya tienes el estampado del "Abba"?
- Ya te he dicho que solo hago metal.
- ¿Y de los Bee Gees? Pero en polo amarillo. O sino de Karen Carpenter, pero cuando está bien flaca.
- Ya Mendigo, dime de una vez: tu tienes una banda ¿no?. ¿Qué música tocas?
- Mi música, rock puro.
- ¿Y por qué preguntas por sonseras?
- No son sonseras, ellos son LAS BANDAS, sin ellos no habría rock. El Rock no tiene fronteras, y es abierto con quien lo exprese.
- Mendigo, vete bien lejos. ¿Qué tenías que comprar, a ver?¿Dónde está la lista de tu mamá?
- Oe, todo porque eres malaso, y no puedes conseguir lo que te pido - se quedó pensando... - ¿quién te dijo de la lista? ¡Oe, ya te quemaste con lo del metal y el pacto con el diablo ¿no?, ahora te metes en las jatos, como fantasma a chismear!
- Mendigo, tu vieja siempre regresa a comprar lo que no compraste y a acusarme de que te quito tu plata con mis polos, y me aloca con lo de la lista, que "yo le di para su pantaloncito, y tú le vendiste otra cosa", "yo le di para sus cafarenas, y regresó con tus polos de los chicos con las lenguas torcidas"...y me acusa y quiere que le devuelva el dinero, trae a ese tombo de allá que donde sea que va pide plata. Le tengo miedo a tu vieja, porque con cada rochezaso de esos me deja misio y con palta por aquí.
- Rocko, tú eres mi pataza, y te voy a ayudar. Como le debes a mi mamá, caete con tres polos y ya yo le digo que no te moleste...porque tú la conoces, no va a parar hasta que llegue el policía, y la coima y todo eso...
Regresó a casa con tres polos: de Metálica, de Death Metal, y de los Rolling Stones y cien soles para "el ahorro del ampli".
- ¿Y los calzoncillos? ...Te fuiste a donde ese mensajero de Satanás ¿no? ¡Voy a ir a que me devuelva mi plata!
- Ma, no hagas eso. El Rocko ya está en los altos levels de su vaina con el diablo. Anda por aquí escuchándonos. Sabe hasta la ropa que te has puesto hoy. ¡Pucha! Yo me asusté.  Tú no sabes cómo es eso Ma, mejor que se quede con la plata, yo volteo los calzoncillos para pasarla...
Es por eso que Mendigo tiene más de 60 polos que colecciona con diferentes estampados que son la envidia de todos sus patas, y que le regala el honor de estar sobre ellos y ser escuchado sin interrupción. Y es el mismo motivo por el que hace como tres años tiene cuatro calzoncillos transparentes, y tres pares de medias impares con hueco. Y también es el motivo por el que Rocko le tiene más miedo a Mendigo y a su mamá que a la Sunat.

Clb.