jueves, 11 de diciembre de 2014

Los Foniablos




En algún lugar de un mundo no muy diferente al nuestro existieron los  Foniablos. Eran seres sin ojos,  sin nariz, y sin oídos pero con grandes bocas y hablaban con mucha fuerza.  Se creían libres porque decían lo que querían: halagos, insultos,  filosofías o simples palabras del día a día  sin generar ofensa alguna. De la misma manera que los mamíferos a minutos de nacer dan sus primeros pasos, los Foniablos, sin que nadie les enseñe empiezaban a hablar. A veces cantaban con mucho entusiasmo diferentes canciones, melancólicas, de marcha, alegres, de esperanza, que inventaban en el momento ya que nunca habían escuchado a alguien cantar . Oírlos  hablar hubiera sido algo así:
-Te dije que pongas a hervir el agua hace dos horas voy a llegar tarde no sé quién no quiso ir conmigo ayer por más que jale su brazo son todos unos brutos ¡tengo hambre! Cuando sintamos el frio de la noche cantamos ¿ya? La canción que ustedes quieran pero te odio porque nunca me respondes  a mis cumplidos ¿quién más está aquí? ¡Quien sea que seas no me quites el zapato!
Los Foniablos se extinguieron por soledad.   Y así como ellos,  se extinguen algunos matrimonios, familias y amistades en este mundo, porque solo hablar no es suficiente, hay que querer escuchar.

Por eso eres pobre


¡Por eso eres pobre! Le dije. El hombre flaco  me miraba como quien supiera la solución a su desdicha. Minutos antes, bajaba yo de mi carro con muchos bultos pesados. Lo vi sentado y mendigando y le pedí que me ayude. Lo primero que hizo fue poner una tarifa a su ayuda. Le ofrecí dos monedas. Entonces cargó dos bultos y volvió a sentarse sobre su cartón  al lado de una lata que con su mano extendió para que depositara las monedas.

- ¡Por eso eres pobre! -Le grité - ¡Porque no das el extra! Es dar más allá de lo que te piden.
-Estoy enfermo –me dijo. Se volteó y se acostó sobre su cartón.

Yo misma  cargué mis bultos.  Él mendigo me vio pasar, me vio sudar y hasta casi caerme sin mover un solo pelo para ayudarme. Cuando hube terminado, subí a mi carro, baje la ventana y allí estaba él con la lata en su mano esperando las dos monedas. Le di seis.
-No es cuánto tienes, sino cuánto das lo que hace que yo esté aquí y tú –le señalé su cartón- allá.

Clb

MICRO RELATOS por Clb


 *Mi mente y mi cuerpo se dieron cuenta que no podemos seguir jugando a la Mujer Maravilla desde el momento en que me olvidé las llaves dentro de la casa y caí sin destreza del techo  al intentar entrar.

*¡Me siento joven! Lo dicen los  viejos. ¡Los jóvenes jamás!


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*Estamos a una hora de esta esperada jornada. Será un momento de inolvidable y dolorosa diversión. Esperamos que todos los participantes queden satisfechos con los resultados.  Es posible que una desordenada  pasión que los participantes desconocían  tener, sea descubierta este día. Otros saldrán más seguros de lo que  son.  ¡A relajarse y disfrutar!
(Palabras previas al examen de la Próstata.)