domingo, 10 de octubre de 2010

Mendigo Castigo y el atalaya

Din...don...din...don. La mamá había salido, así que Mendigo tuvo que abrir la puerta.
- Disculpe la molestia. Solo tomaré un minuto de su tiempo para hacerle una pregunta. ¿Sabía usted que ya estamos viviendo las señales del fin del mundo?.El calentamiento global no es más que la confirmación de las profecías de la Biblia. ¿Sabe usted a dónde irá si es que tuviera que morir hoy?
- Yo no pienso en eso. Gracias tía. - dijo mientras cerraba la puerta. Pero la mujer, entrenada para toda especie de rechazos, detuvo la puerta con su pierna.
-¿Quisieras ir al cielo o al infierno?
- No quiero.
- ¿Estás seguro de que vas a ir al cielo?
- ¡¡¡¡¿TÚ ESTAS SEGURA DE QUE YO VOY A IR AL CIELO SI TE HAGO CASO?!!!! A ver, prove it!
La hermanita se quedo mirándolo: "¡¡¡HEREJE!!!".
La hermanita llegó en buen momento, porque Mendigo estaba desesperado. Tenía tres días yendo a donde Patricia, sin tener resultados. La vida se le había ido por un tubo. Ni durmiendo, ni comiendo, ni ensayando se la podía sacar de la cabeza.
Patricia se había vuelto famosa entre los que rodeaban a Mendigo. Les hablaba de ella todo el día, hasta que los aburría, pero con sus ajustes  de artimañas verbales y engatuzadoras, volvía a captar su atención, para seguir hablando de ella por horas.
Pero necesitaba una solución.
A la hermanita se le arrugó la salvación despues de que le gritara a Mendigo por ser hereje. Así que tomó aire, y fue por el segundo paso en caso de una fuerte negativa...
- ¿Sabías que Dios puede ayudarte a solucionar tus problemas?
 "¡ D I O S !" - eso era algo en lo que Mendigo no había pensado, y obviamente, culpó al metal, como es su costumbre, que alguien o algo pague el pato por las cosas que no le salen bien, que no se le ocurrieron, o que no sabe.
Cayó de rodillas, con las manos levantadas, haciendo el símbolo de los metaleros con los dedos, y gritó "¡Dios,  ayúdameeeeeeeeee!". Gritó con voz gutural, valga decir, porque el no iba a desperdiciar semejante oportunidad de dramatizar.
La hermanita tenía los ojos secos porque no parpadeaba, no podía creer que hubiera ganado tan rápido a un alma más y de una manera tan evidente.
Como Mendigo estaba desesperado, y Dios lo iba a ayudar, desde ese día quedó en ir todas las mañanas a tocar puertas para "evangelizar", y al mediodía a recibir sus clases del Nuevo Camino. Le pidieron vestirse de terno.
Tengo registrados varios de los encuentros con la gente a la que evangelizó. Muchos de ellos si estaban confundidos, gracias a Mendigo, aseguraron su lugar en el infierno, porque las conversaciones pasaban de religiosas a rockeras, o telenoveleras, o hasta salía con dinero "donado", que era un término que le empezó a gustar.
Como Mendigo es único, aunque como el hay millones, no les voy a privar de al menos compartir con ustedes dos de sus encuentros evangelizadores más significativos...

clb

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