5:30 a.m. Suena el despertador bajándola desde el quinto sueño. Con los ojos lagrimosos y los párpados cerrados que se rehusan a abrirse, se levanta, tantea por ahí, un pantalón de buzo, su polo manga larga, la casaca gigante, da diez pasos, y encuentra las llaves y las guarda en el bolsillo, y todavía con el cuerpito caliente, y regresando de soñar, sale a correr al parque.
6:15 a.m. Regresa despierta como si hubiera tomado siete tazas de café cargado. Compró el pan, así que calientito lo deja sobre la mesa. Se baña, se cambia, se peina, se maquilla, ordena su cuarto, prepara su mochila con las separatas y el trabajo para entregar en sus clases de la noche, y susurrando "Chaú mamá", sale a enfrentar otro día más.
7:15 a.m. Piensa lúcidamente en el micro, el por qué de tanto sacrificio. "Alguien tiene que sacar adelante la casa, alguien tiene que ayudar a mi mamá, alguien tiene...", y como siempre, llega a la conclusión de que ni los manganzones de sus hermanos, ni su papá porque no saben de él hace miles de años, nadie, nadie, la va ayudar..."caballera no más".
7:55 a.m. Se baja del micro, toma aire antes de entrar, y ...¡a trabajar! De buen humor, eficientemente, 100% concentrada, sin chismear, sin traer problemas, tratando de ser la mejor...
2:47 p.m. Desde la oficina de su jefa, identifica una silueta..."¿a este dónde lo he visto?". Era un flaco alto, despeinadamente peinado, que la observaba seriamente, atravesando los vidrios polarizados de la oficina. Tenía puesto un jean aguja, que parecía reconocer..."¡ah!, es el llorón del otro día".
4:23 p.m. Pasa apurada llevando un recibo, y ve que él la ve. "¿Qué le pasa a este?¿Qué micro espera que sigue paradote ahí?". Sacude sus pensamientos y sigue con su trabajo.
6:38 p.m. Se prepara para salir y volar a su instituto. Mientras limpia su escritorio, entre las sombras de la tarde, lo ve otra vez. "...creo que está catatónico. Ni se ha movido... Este está loco. ¿No tiene nada que hacer?¿Será gay?¿De verdad querrá ser modisto?...¡uy, se hace tarde!".
6:45 p.m. Se despide rapidito, y camina a paso acelerado con sus taquitos, tac, tac, tac, "tengo que llegar, tengo que llegar...". En medio de sus tac, tac, tac, escucha el rechinar del caucho de unas zapatillas más cerca de ella. No le presta atención y sigue avanzando hasta que oye una voz enérgica, que sin tiempo le dice : "¿Patricia?".
Y desde aquí es inútil registrar el tiempo, porque Mendigo entró a escena.
- ¡AAAAHHHH! ¡Me asustas! ¿Qué...quién...qué tienes idiota?
- Quería conversar contigo - le dice con una terrible voz de baboso.
- ¿Tú eras el que estaba parado afuera, no? - le dice tratando de seguir caminando, pero cuando te topas con Mendigo, cualquier intento es inútil. Se le ponía al frente, se paraba como quien tiene toda la vida para hablar de lo que sea.
- Mira, quería agradecerte porque el otro día me ayudaste mucho. Creo que eres la única que me ha extendido una mano...amigas como tú no se encuentran así no más. Todas las flacas, solo quieren agarrar conmigo por lo de la banda, porque les gusta mi música y ninguna me quiere escuch...
- Muévete atorrante - logró safarze y siguió avanzando, y como si se elevara en el aire de un brinco subió a un micro.
Mendigo se quedó con los ojos abiertos, con sus palabras embrujadas listas para salir de su boca y ella, se fue, así no más...ahora la amaba más que a nada en la vida.
Y desde ese momento se fue a echar raíces, todos los días sin faltar uno sólo, de lunes a sábado, desde las 2 p.m. hasta que ella saliera, durante un mes.
La observaba trabajar, la miraba cuando recibía órdenes de su jefa, le encantaba cuando atendía a la gente. Todo lo observaba desde la esquina, suspirando asmáticamente...y cada vez la amaba más.
"No me frieeeeeeeeegues", "¡Lárgate!", "¡Voy a llamar a ese policía!", "¡Vete pues!", "Toma, toma un sol pero esfúmate", "¡Te odio idiota!", y muchas otras cosas más le decía porque le interrumpía el paso, pero Mendigo se volvía más loco por ella con cada rechazo...
- ¡Esta bien. ¿Qué quieres?! - le dijo apretando los dientes de la impotencia y una vez más Mendigo había ganado, y Patricia Malicia, le había abierto esa fatal oportunidad...no debiste ceder Patricia, no debiste ceder.
clb
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